Hadekrishna

Humana Sacerdotisa 80
Antigüedad: 30/10/13
No tiene hermandad
Temas: 6


Holaaaaaa!!! Bueno, les quiero compartir este fanfic que me he creado en un momento de ideas locas. La verdad no sé mucho de la historia de warcraft, así que por favor emitan las posibles locuras dentro de la trama. Pos nada espero que les guste. comenten por favor!!!! D: PD.- Quizá soy un poco cursi X) PD2.- Lo revisé con world pero si ven alguna falta de ortografía diganmelo por favor :D






Thalassa   
Hadekrishna

Humana Sacerdotisa 80
Antigüedad: 30/10/13
No tiene hermandad
Temas: 6

CAPITULO I Otra vez veía como todo lo que realmente me importaba se desvanecía como agua entre mis manos. Él ni siquiera me dirigió una palabra, solo se limitó a voltear su rostro hacía mi mientras gritaba —HA— y su caballo avanzaba hasta perderse en la distancia. Yo me quedé ahí, desconsolada, vacía, todo volvía a ser como al principio. ---------- VEINTE AÑOS ANTES-------- — Saphira, entra ya que se está obscureciendo y la cena se enfría— me gritó mi madre, interrumpiendo el momento de juego que tenía con mis amigos. —Me voy ya, nos vemos mañana— les dije mientras iba caminando de espaldas hacia mi casa —¬Hasta mañana Saphira— dijeron todos a coro. Los sobrevivientes del accidente vivíamos en una paz envidiable por cualquiera. Para mí la vida era bastante sencilla y sobre todo muy feliz. Era la única hija de una familia amorosa, mi padre era un paladín miembro del consejo, capitán de nuestra pequeña tropa encargada de protegernos en caso de desastre (que nunca había sido requerido pero por si las dudas) y diestro con las armas y técnicas de combate mientras mi madre era una maga con gran conocimiento sobre la naturaleza y una pureza de corazón que la hacía admirable por todos los sobrevivientes. Los primeros 13 años de mi existir pasaron realmente tranquilos, aunque todo estaba pronto a cambiar. —Abre ya esos ojitos, mi vida— me despertó la dulce voz de mi madre —Feliz cumpleaños tesoro— dijo mi padre con voz demandante pero tierna. Me pusé en pie sobre la cama mientras ambos me abrazaban. Mi madre me dió un collar con forma de estrella —es muy especial, llévalo contigo siempre, pequeña–. Mi padre desenvaino una espada —Andrés, no le puedes dar eso a tu hija, es muy pequeña todavía— se quejó mi madre —Adriana, mi amor, es hora que nuestro pequeño tesoro se enfrente con su destino, sabes que tarde o temprano pasará, ¿Para qué esperar más? — le respondió su marido con dulzura. —vamos princesa, sígueme— me dijo mientras caminaba hacia la puerta de mi cuarto. Me pusé el collar que me regalo mi madre y salté para alcanzarlo. Caminamos un buen tramo hasta que llegamos a un claro en el bosque, mi padre se sentó sobre el pasto, Yo hice lo mismo. —Mira mi vida, ¿te acuerdas de los cuentos sobre la legión ardiente?— preguntó —claro papito, esos de demonios y draeneis valientes que acabaron con ellos— dije sonriendo —esos cuentos, tesoro, no son cuentos, es nuestro pasado— dijo mientras Yo me quedaba plasmada de espanto. —Ahora, mi niña, ponte en pie, te voy a enseñar a despertar esa esencia que llevas dentro y que hasta ahora permanecía dormida— dijo mientras se ponía en pie. Acto seguido pegué un brinco realmente emocionada — ¿voy a ser una sacerdotisa como mamá, o una gran guerrera de la luz como tu papá?— —No lo sé cariño, no lo sé. Tenemos que descubrirlo— habló Él mientras me veía con una cara más emocionada que la mía. — ¿Con qué querían empezar sin mi?— sonó una voz detrás de un viejo roble no muy lejano. —¡¡¡Mami!!!— Grité —Adriana, querida, ven ya que vamos a empezar—. Durante el transcurso de ese año mis padres y Yo tratamos exhaustivamente de encontrar mi esencia, sin éxito, los tres estábamos muy desilusionados y yo me dí por vencida. Así paso el tiempo y Yo me acostumbre a ser una chica normal, sin esencia mística, tratando de disfrutar y armonizarme con la naturaleza pero con pocos resultados. Días antes de mi cumpleaños número 17 me escabullí al bosque, era una noche preciosa de luna llena, se respiraba una paz inigualable. De pronto ví a lo lejos una mota de fuego danzar; embelesada con ella me fui acercando hasta descubrir con terror lo que realmente era, una antorcha de un ser horrendo, pero no era el único, detrás de él, un ciento de creaturas que parecían salidas de un cuento de ultratumba marchaban hacia el pueblo. Caminé sigilosamente hacia atrás, hasta sentirme lo suficientemente segura como para darles la espalda y echarme a correr. Llegue al pueblo gritando como poseída y despertando a la mayoría. — Ya cállate maldita Saphira y deja dormir— me gritaron algunos, Yo seguí corriendo hasta mi casa en donde mis padres me esperaban aterrorizados. Al llegar y contarles lo sucedido, mi padre corrió al cuarto y regreso pocos segundos después con una imagen que me dejó helada. —¡¡¡¡ESAS SON LAS CRIATURAS QUE VÍ!!!!– Mi padre volteo a ver a mi madre con horror. —Andando Adriana, Saphira, quédate aquí, escóndete muy bien y si ves que se pone peor huye a la costa, busca a los elfos de la noche y entrégales esto— dijo mientras me daba una especie de piedrita con simbolitos. Acto seguido salieron corriendo. Mi padre sonó su cuerno, hubo gritos y luego un silencio que pareció una eternidad. De repente una explosión que traería el caos total. Los aldeanos comenzaron a gritar, Yo me escondí en un rincón de mi casa por un tiempo que no sabría decir, pero parecieron milenios. De repente una roca cayó en la sala, fue ahí cuando supe que mi casa ya no era segura. Salí con mucho cuidado para encontrarme con una terrible masacre; casi todo el pueblo se hallaba tirado, desmembrado, sangrando, sin vida. —Corre hija, corre— Escuche la voz de mi madre a lo lejos. Vi como detrás de ella venían unos cuantos refugiados más y mi padre, que había conseguido ganar unos segundos de tiempo para poder escapar. Los sobrevivientes corrimos hacia el bosque, pero poco duramos en nuestra fuga, ya que nos vimos rodeados de unos cincuenta demonios que nos cerraban el paso. Los casi 20 que quedábamos nos unimos en un circulo espalda contra espalda. A mí me aventaron en medio de ellos, se dedicaron a protegerme. Uno tras otro iba sucumbiendo, al final quedo una veintena de demonios contra mis padres y Yo. Mi madre aventó una luz segadora y corrimos unos pocos metros. —Hija mía, debes irte ahora, si te quedas te matarán— me dijo mi madre con lágrimas en los ojos. De manera abrupta, cinco demonios entraron en mi punto de visión, al mismo tiempo que mi padre caía a mis pies casi inconsciente gracias a un golpe del que parecía ser el líder de los demonios. Mi madre le paso una cura rápida y Él se puso en pie de nuevo. —Esto es entre tú y Yo,Talgath— dijo mi padre con voz fuerte. —ingenuo draenei, tu lugar está siendo tragado por los gusanos de esta tierra, si es que queda algo de ti cuando acabe contigo, con tu esposa y tu patética hija— sentenció el demonio. Al cabo de 10 minutos solo quedaba Talgath pero mis padres estaban gravemente heridos. El demonio embistió con todo a mis padres, quienes se comenzaron a desangrar poco a poco; De repente comencé a sentir que la sangre dentro de mis venas ardía, quemándome la piel. —Umbra— grité. Acto seguido una bola obscura rodeada de un halo de luz se creó delante mío y salió disparada hacia el demonio, perforándole una ala; —Eres una sacerdotisa— gritó mi madre mientras dejaba ver lo que parecía ser una sonrisa. Gritando de dolor, el demonio se marchó. —Madre, Padre— grité apurada mientras me acercaba a ellos. Ambos se tomaron de la mano mientras me miraron —te amamos hija, llegarás a ser grande— dijeron utilizando su última fuerza. Se hizo el silencio, un silencio que duró muchas horas. Me pusé de pie y volví a la aldea. Era una masacre. Me dispuse a enterrar a mis padres en un claro del bosque que estaba cerca del lugar de su muerte. Corrí toda la noche hasta llegar a la costa, al llegar me tiré al piso a llorar desconsolada. Nada me importaba ya, mi familia se había ido, estaba sola, no tenía a nadie. A lo lejos escuché unos pasos, me levanté y grite —Quién quiera que seas mátame, no tengo más ya que perder—. Se acercó a mí un elfo de la noche, Yo lo miré y me deje caer de rodillas a sus pies. Al rato llegaron más elfos con Él. — ¿Qué te pasa niña que estas toda bañada en sangre?— —Mi familia, mi pueblo— musite entre llanto. Estiré la mano con la piedra que mi padre me había dado, al verla, una elfa con un gran tocado en la cabeza exclamó –Madre mía, no puede ser—, se volvió y ordenó algo a los demás en una lengua que no pude entender. Al parecer me desmaye después porque amanecí en una confortable cama. Me levante asustada, creyendo que todo era un sueño. — ¡Madre! — Grité. Entro entonces el elfo de la noche anterior y rompí a llorar. Era verdad, no me quedaba nadie. —Tranquila pequeña draenei, estas a salvo ya, Yo soy Killer– tenía un gesto de amabilidad y de amistad tan sincero que no pudé evitar sonreírle y decirle — soy Saphira—. Pasé un año con los elfos, donde aprendí a sobrevivir y reafirme mi manejo con las armas. —Saphira, no te vayas ahora, espérame un año y hagamos el viaje juntos— dijo Killer con lágrimas en los ojos. —Hermanito, qué más quisiera Yo que poder esperarte, pero debo reunirme con el rey Varian— le respondí mientras pasaba mi mano por su barbilla —nos veremos pronto en Ventormenta, ¿vale?— le dije agregando una sonrisa. Él me plantó un beso en la mejilla. Giré. Tenía a la reina en frente de mí. No dijo nada, solo me abrazó y me entrego una insignia de Ventormenta. Y así comencé mi andar por los reinos de Kalimdor. Aprendí que sobrevivir sola no era tan sencillo como Yo creí, luchando cuerpo a cuerpo contra bandidos, huyendo en muchos otros casos, mal durmiendo, mal comiendo hasta que lo encontré, o el me encontró a mí. Había pasado aproximadamente un año que Yo iba recorriendo Kalimdor, era la víspera de mi cumpleaños número 20, cuando decidí parar en un claro de los baldíos para comer y descansar. Saqué mi humilde refrigerio a la sombra de un gran árbol y le dí un bocado. De repente, 10 ogros se plantaron sobre mí, rugiendo. Yo hábilmente me puse en pie y tome mi espada. Sabía que no podría contra ellos. De pronto los ogros se hicieron a un lado para dejar paso a un elfo de sangre. —Vaya, vaya, vaya ¿Qué tenemos aquí? Una linda draenei apta para ser esclava de un galán como Yo— Temblé de miedo en ese momento de solo pensar en lo que me iba a pasar. –Miren tiene una espada. ¿Te crees muy valiente, cosita azul? Amárrenla, hagan con ella lo que quieran pero no la maten— Me preparaba para lo peor, cuando de pronto un relinche detuvo momentáneamente a los orcos, la figura de una hacha paso delante de mis ojos y le cortó la mano a uno de mis agresores. Bajo de su caballo y se paso el hacha al otro brazo, mientras un aura de sombras rodeaba el arma. —demonios, es Él. Retirada— gritó el elfo de sangre al tiempo que todos salían corriendo. EL hombre se volteó. Tenía marcas en la cara y en lo poco que le pudé ver de piel. —¿Estás bien?— me pregunto con dulzura. —Si lo estoy, gracias por salvarme— dije con timidez —tranquila no es nada. Me llamo Adam. No es conveniente que una chica ande sola por estos lares— me dijo mientras se sentaba junto a mi refrigerio —Saphira. Si lo sé pero necesito llegar a Ventormenta, es urgente— Él volteo admirado —Venga Yo también me dirijo para allá vamos juntos, ¿te parece? — Yo acepte sonriente y me senté a un lado de Él. Acababa de encontrar un amigo. Comimos juntos y después me ayudó a subir a su caballo. Viajamos por tres días. A lo lejos pude ver las torres del gran castillo de Ventormenta. —Hemos llegado— dijo sonriendo —Ve a la tienda y busca provisiones— añadió cuando entramos a la ciudad. Nos separamos, fue entonces cuando escuche sobre Él. — ¿A qué no cree comadre quién llego de nuevo a la cuidad? Adam. — dijo una señora — ¿Cómo cree comadre?— le respondió la otra. — Disculpe, ¿tiene sema de trigo?— le pregunté a la que parecía más impresionada — ¿Qué tiene de malo ese tal Adam? — añadí. — Ay niña— me contestó. — Ese tal Adam es un feroz guerrero que peleó contra el Rey exánime, logró salir vivo de ahí y ahora ataca a la plaga. Es un creído y un patán. Un grosero y un impertinente. Algunos dicen que no tiene corazón— —y qué su arma alberga una parte del alma del mismísimo Exánime— agrego la otra. — Ah, bueno. Tendré cuidado entonces— dije para no entrar en discusión. Salí de la tienda, preguntando hacia donde estaba el bosque. Al llegar, vi a Adam sentado bajo un árbol grande, apartado de los demás. Me pareció tan pacifico, tan humano y guapo; me sonrojé al pensar que era guapo, más no pudé evitarlo. Me acerque a Él. Estaba sumido en sus pensamientos. — Por fin llegaste, Saph— me dijo sonriendo. Se volteó y sacó una pequeña cajita. —feliz cumpleaños— dijo mientras la acercaba a mí. Sí, era tan detallista que se acordó de mi cumpleaños, cosa que le había comentado por casualidad mientras viajábamos. — hoy en la noche toca celebrar, pero ahora a comer—. Solo sonreí y me senté. Por dentro estaba temblando. Después de comer, buscamos una posada y dejamos nuestras cosas. A la noche comenzó la fiesta del festival lunar. Yo estaba divertida mezclándome entre la gente mientras Adam estaba en un rincón con una cerveza en la mano. De repente se acercó, me tomó de la cintura y comenzamos a bailar, mientras mucha gente murmuraba y nos miraba. Por primera vez en años estaba realmente feliz.

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